Andalucía alberga la diversidad dentro de una unidad cultural indiscutible. Desde la provincia de Huelva hasta la de Almería, hay todo un mundo de ricos matices del tamaño de su extenso territorio. El tantas veces mencionado crisol de culturas que nos ha conformado y el ser puente entre dos continentes ha hecho grande nuestra tierra por su capacidad de integrar, por su generosidad y su carácter hospitalario. Esta es nuestra forma de ser, la que explica nuestra manera de entender el mundo y que, históricamente, se ha interpretado a menudo, quizá por desconocimiento, desde el tópico.
Sin embargo, es evidente que cuando los vientos de la historia han soplado a nuestro favor y el pueblo andaluz ha asumido un papel activo, como en los últimos 40 años de Autonomía, ha surgido de nuestra tierra la creatividad que sólo puede emanar de un poso cultural muy profundo y singular, un poso que es la suma de toda esa red de influencias cruzadas y únicas que empezaron a aflorar hace cuatro décadas. Pero nunca desde el ensimismamiento, sino, por el contrario, con un espíritu generoso y abierto, como pone de manifiesto el lema de nuestro escudo: “Andalucía por sí, por España y la Humanidad”.
Una tierra que en su himno pide “paz y esperanza” desde el conocimiento que otorgan siglos convulsos en los que no pudo mostrar su verdadero potencial. Por eso quizás la palabra con la que mejor podemos asociar esta celebración es “dignidad”. El Estatuto de Autonomía restauró la dignidad de esta tierra y reconoció el trabajo de tantos andaluces y andaluzas que, antes y después del 28 de febrero de 1980, lucharon para que este principio se hiciera realidad.
Almonte, el Rocío y Matalascañas conforman un municipio andaluz en el que todos estos valores están presentes. Nuestra cultura, asentada en tradiciones que han sido un foco de atracción para gentes venidas desde los lugares más dispares y un territorio como Doñana, que es nexo de unión entre dos continentes, han conformado una personalidad en la que la acogida no es solo una palabra sino una cualidad que hemos integrado en nuestra forma de ser y que es perfectamente reconocible para quienes nos visitan.
Al igual que Andalucía, nuestro municipio ha demostrado en la más reciente historia evolucionar, cuando todo su potencial se ha podido desarrollar, extrayendo del pasado los rasgos que definen su carácter, pero, al mismo tiempo, adaptarse con visión de futuro, como hemos puesto de manifiesto en nuestros principales sectores económicos, la agricultura y el turismo.
Pero además, los avances más importantes se han dado en el terreno formativo, en el que nuestras últimas generaciones han elevado el listón hasta un nivel que, hoy por hoy, es perfectamente homologable con cualquier otro municipio próspero. Y, por otro lado, qué decir del dinamismo de nuestra gente, del incremento exponencial de las asociaciones de todo tipo, de su capacidad de iniciativa, de su sentido de comunidad y sensibilidad social como ha quedado demostrado en el transcurso de la pandemia.
En una palabra, hemos logrado ser un pueblo mucho más comprometido, que es la base más sólida de la que podemos partir. De hecho, son los mejores cimientos para construir el futuro. Las instituciones canalizan y distribuyen los recursos a la vez que representan los intereses generales de sus ciudadanos, pero son éstos los que marcan el rumbo de la historia de un pueblo. A los gobernantes nos corresponde no perder nunca de vista nuestro papel de servidores públicos a la vez que ser sensibles a las demandas y necesidades de nuestra gente.
La mejor prueba de madurez democrática es superar el concepto patriarcal de las instituciones por el de una sociedad consciente de lo decisivo de su papel. Ese es nuestro deber y nuestra responsabilidad.
El 28 de febrero es mucho más que una efeméride. Por el contrario, el Día de Andalucía debe servir para reafirmar todos los valores que hemos estado mencionando y adoptar una mirada de largo alcance, evitando a toda costa el cortoplacismo que está en contradicción con el espíritu de esta celebración. Se lo debemos a los andaluces que se dejaron la piel para hacer posible la Andalucía de hoy y a nuestros hijos que nos tomarán el relevo.
Un recuerdo final, en nombre del Equipo de Gobierno, para los andaluces que nos han dejado durante esta pandemia y un abrazo para sus familiares.
Gracias por su atención y feliz día de Andalucía.